Como la naturaleza que nos inspira, nuestra fundación vive cambios que nos hacen crecer más fuerte. Y casi como si nos hubiésemos adelantado a los cientos de cambios que han ocurrido este año, desde marzo Daniela Concha, quien se desempeñó como jefa de proyectos durante los últimos tres años, asumió la dirección ejecutiva de la fundación tras la partida de María José García, quien emprende nuevos desafíos personales.
Daniela es bioingeniera de la Universidad de Concepción y Master of Environmental Studies por Dalhousie University, ha trabajado en programas de gestión de residuos peligrosos y domiciliarios, y también en iniciativas y proyectos de gestión ambiental local y comunitaria. Su motivación principal es poder reunir y hacer conversar las distintas áreas del conocimiento, desde la perspectiva de la diversidad de personas que lo posean, y luego ponerlos a disposición y en función de generar soluciones a las problemáticas socio-ecológicas que se presentan en la actualidad. Respecto al desafío que tomó nos cuenta:
“Asumir la dirección de la fundación es para mi un tremendo desafío y oportunidad. Es una organización que emprendieron mujeres desde el sur del Chile, cuyo equipo central sigue estando compuesto por mujeres, y que debe continuar creciendo y generando impactos positivos, a lo que se suma el desafío de hacerlo en condiciones de pandemia y recesión económica. No es para nada fácil y día a día hay que estar pensando en las formas de hacer llegar el propósito de la fundación a las personas”.
“Aun así me siento muy confiada porque trabajo de manera muy coordinada y solidaria con la “equipa” de la fundación. Fernanda Sagredo, que es arquitecta, tiene una tremenda sensibilidad y creatividad, y siempre encuentra formas para que los conceptos y estructuras más técnicas los podamos re-diseñar y transmitir a un amplio rango de públicos. Nicole Mellado, ingeniera ambiental, partió como estudiante en práctica y luego como monitora de la fundación, y tiene la súper habilidad de tomar los distintos conocimientos – desde la ingeniería o la ecología – y mezclarlos y adaptarlos para cumplir los propósitos de la fundación. Y Camila Aguilera, fundadora y encargada de comunicaciones, que es traductora, es también literalmente nuestra traductora de mensajes, siempre sabe las estrategias y formas perfectas para comunicar nuestro trabajo”.
Por otro lado, María José se retira para dedicar más tiempo a su familia y emprender proyectos personales, sin embargo, seguirá relacionada a la fundación en un rol en el directorio. En cuanto al proceso de crear e impulsar la organización comenta:
“Liderar la fundación fue algo que me enseñó mucho, me enseñó a trabajar en equipo, a formular, ejecutar y liderar proyectos, a lograr tener una visión a futuro también, y sobre todo a confiar en la «equipa», a confiar en que las cosas cuando son hechas con amor, con pasión y con convicción tienen un buen puerto y un buen final”.
¿Cuáles son los logros más grandes que quedan en El Árbol?
“Ser reconocidas como una organización que trabaja con recicladores base y con enfoque en el reciclaje inclusivo. Es un gran valor, uno de los grandes logros, y creo que es uno de nuestros sellos y algo que nos identifica, y me enorgullece mucho que organizaciones como la Asociación Nacional de Recicladores nos reconozca, creo que es algo bastante potente, y hoy día esto se ve concretado con que vamos a co-ejecutar el Registro Nacional de Recicladores del Ministerio del Medio Ambiente, y creo que eso es un gran un gran honor y fruto del trabajo que llevamos haciendo por años. También el ser una organización local muy pequeña, que ha logrado sobrevivir durante todo este tiempo, creo que también tiene un tremendo mérito, así como la diversidad del trabajo que hacemos y las opciones de financiamiento, porque en el fondo eso nos permitió sobrevivir y seguir vigentes. Y también que seamos reconocidas como una organización que se enfoca en la restauración ecológica es un gran valor, un gran logro ser un referente, ser reconocidas por la labor que realizamos junto con las comunidades en la restauración del territorio”.
En época de cambios y desafíos, les deseamos lo mejor a ambas. Agradecemos a María José por haber sacado adelante a El Árbol y por confiar en el trabajo hecho y en la «equipa». Para Daniela, todo el apoyo posible, sin duda asumir este desafío es una tarea enorme, pero en los tiempos que corren, el desafío es aún más grande, pero confiamos que entre toda la comunidad El Árbol, seguiremos haciendo de nuestra fundación la organización que el Biobío y Ñuble sueña para regenerar nuestro territorio.